Setenta años tras las rejas. Esa es la pena que deberá cumplir un miembro de la pandilla MS-I3, Walter Javier Martínez, un joven inmigrante de nacionalidad salvadoreña de 19 años, por la brutal y despiadada muerte de Kayla Hamilton en Aberdeen, Maryland. 

Lo que comenzó como una vida llena de promesas y esperanzas terminó en tragedia cuando, con tan solo 16 años, Martínez dio rienda suelta a su brutal violencia que acabaría con la vida de una joven inocente.

El 27 de julio de 2022, en lo que debía ser un hogar seguro, se desató el horror. Martínez, quien había ingresado ilegalmente a los Estados Unidos apenas cuatro meses antes, compartía una casa móvil con Kayla Hamilton, de 20 años. 

Pero esa noche, en lugar de ser un compañero de hogar, se convirtió en su verdugo. La investigación reveló que Martínez ató a Kayla y, dejándose llevar por sus impulsos más oscuros, la estranguló, silenciando para siempre una vida joven.

Las pruebas de ADN y otros elementos incriminatorios llevaron a su arresto en Edgewood, donde fue acusado formalmente de asesinato en primer grado.

La sentencia de 70 años llegó después de que los fiscales presentaran una carta crucial que Martínez había enviado desde el Centro de Detención del Condado de Harford a un pastor en El Salvador. En esta carta, Martínez confesaba no solo el asesinato de Kayla, sino también otros cuatro homicidios y dos agresiones graves, revelando un historial de violencia estremecedor. 

La muerte de Kayla, declarada homicidio por estrangulamiento por la Oficina del Médico Forense Jefe en Baltimore, dejó una marca imborrable en su familia y en la comunidad. 

Hamilton, quien era autista, había recientemente iniciado una nueva etapa de su vida al mudarse a Aberdeen. Pero sus sueños fueron brutalmente interrumpidos por la oscura y violenta irrupción de Martínez en su vida.